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Encapuchados dan una paliza al empleado de una gasolinera de Zalla para robar 50 euros



Una paliza con un puño americano por una bolsa de monedas que apenas sumaban 50 euros. Ese fue el triste botín que dos encapuchados se llevaron la noche del pasado domingo al atracar la gasolinera Molinoil de Cepsa, ubicada en el barrio El Baular de Zalla. Los asaltantes dejaron al empleado de la estación de servicio, de unos 50 años, malherido y huyeron a la carrera. La víctima recibió después en el hospital de Cruces cuatro puntos de sutura junto a la sien a consecuencia de los golpes que le propinaron porque no accedió a darles la llave de la caja fuerte.



Jose, que lleva 25 años trabajando en la gasolinera, estaba preparando el cierre del surtidor como cada día. Había cambiado el turno de fin de semana con un compañero porque quería librar el siguiente, así que en realidad no tenía que estar allí. Eran aproximadamente las diez de la noche del pasado domingo. El hombre estaba sentado de espaldas a la puerta contando la recaudación. En ese momento, y sin que él se enterara, dos individuos encapuchados entraron sigilosamente en la oficina, le abordaron por la espalda y le colocaron una navaja en el cuello pidiéndole la llave de la caja fuerte, según explicó a este periódico la responsable de la estación de servicio. «Los empleados ni la tienen ni saben dónde está, desde luego no en la gasolinera», afirma la mujer para frenar a otros posibles ladrones. Estos dos individuos hablaban en castellano sin acento. «Eran nacionales», asegura la víctima. «Sin la menor duda».

Ante su negativa a revelarles dónde estaba el dinero, empezaron a pegarle en la cabeza «con una cosa metálica, una especie de anillo con un mosquetón», les explicó a sus compañeros. Los golpes le abrieron una aparatosa brecha. «En Cruces le hicieron un TAC y le dijeron que si le llegan a dar dos centímetros más abajo le hacen una avería», indican sus conocidos. «Le han pillado muy cerca de la sien, si te descuidas un poco... Para que le hayan dado cuatro puntos tuvieron que pegarle una buena cortada», lamenta la gerente.

«Pueden ser conocidos»
El veterano empleado explicó a los asaltantes que él no tenía acceso a la llave de la caja fuerte y que ni siquiera sabía dónde estaba. Desesperados, los delincuentes se apoderaron de «lo primero que pillaron a mano»: la bolsa con los cambios que estaba encima de la mesa y que apenas tenía «unos 50 euros». Se pusieron nerviosos y «los billetes ni los tocaron». Los ladrones huyeron después corriendo. No había ningún coche fuera esperándoles. «Te hace sospechar que de muy lejos no pueden ser, que podían ser incluso conocidos», aseguran.

Jose se taponó con un pañuelo la herida -por la que sangraba abundantemente- y salió a la carretera pidiendo auxilio. Los coches que pasaban por la zona siguieron a los dos individuos que corrían, aunque en ese momento se bajó la barrera del tren y tuvieron que frenar en seco. Los dos atracadores cruzaron las vías y continuaron la huida en dirección hacia el barrio de Aranguren. «No les echaron mano por el canto de un duro», afirma el compañero.

El empleado de la estación de servicio llamó después a su compañero, al que había pedido cambio de turno. «Oye, que tengo que bajar al hospital», le dijo con gran serenidad. «¿Pues qué te pasa?», se interesó el otro. «No, que me han atracado». Al día siguiente se presentó en el trabajo «con cuatro grapas a la altura de la sien, es un tío bravo», se enorgullece su compañero. Jose intenta recuperarse estos días de la lesión, pero sobre todo del «susto» que tardará más en superar.

FUENTE: El Correo

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